Luis Ribot, catedrático de Historia Moderna de la UNED, académico de número de la Real Academia de la Historia y Premio Nacional de Historia de España en 2003, defiende que “la relación de la monarquía con la cultura es, esencialmente, un hecho histórico, que ha permitido transmitir a las generaciones actuales y futuras un importantísimo legado cultural”.
Un binomio que dio título a su conferencia “La monarquía y la cultura” en el seminario que la Cátedra de Monarquía Parlamentaria de la Universidad de Burgos dedica a la Historia y al Derecho y en la que intervendrán también la catedrática de Derecho Constitucional Paloma Biglino (el martes 14 de marzo) y el director de la Real Academia Española de la Lengua, Santiago Muñoz Casado (12 de abril).
En su exposición, Luis Ribot apuntó que el patrimonio histórico y cultural español “proviene casi en exclusiva de la monarquía o de la Iglesia, dos poderes que con anterioridad al siglo XIX no eran fáciles de distinguir, al existir el convencimiento pleno de que el poder de los reyes provenía de Dios”.
Un hecho que para el catedrático e historiador deviene “además de la búsqueda del prestigio, del lujo y las riquezas materiales, los diversos monarcas siempre mostraron una elección y aprecio por los bienes y objetos culturales y artísticos, fruto de la formación que recibieron y que les convirtió en destacados mecenas del arte, así como en destacados coleccionistas.
Ribot puso de manifiesto que la monarquía de los siglos XVII y XVIII no solo funcionaba como verdadero epicentro de la cultura, si no que además se transformó en el objeto de deseo de los artistas más importantes del momento, que, de esa manera, incorporaban sus obras al patrimonio de los reyes. Lope de Vega “quien sin la Corte no hubiera sido Lope” y Velázquez fueron dos de los muchos artistas, señaló, que se acercaron así a la Corte, en contraposición, apuntó, a lo sucedido con Cervantes, “el hombre que no tiene ese éxito, que vivió una vida difícil y que nunca logró acercarse a ella aunque siempre tuvo aspiración”, como lo demuestra que la primera edición de la primera parte de “El Quijote” se imprimió para ser distribuida en la Corte de Valladolid, en la Navidad de 1604.
En opinión del catedrático de la UNED, la conclusión evidente de la relación de los monarcas del “antiguo régimen” con la cultura es el enorme poso y peso que ha dejado en ella generación tras generación hasta la instauración de la actual monarquía parlamentaria, de tal manera que se “ha hecho posible la existencia en España de un formidable patrimonio artístico, sin duda uno de los más valiosos del mundo”, manteniéndose “casi íntegras las colecciones formadas”, algo que no ha ocurrido en Inglaterra, según puntualizó Ribot.