Con motivo del Dia Mundial de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre, María Ángeles Martínez Martín,decana de la Facultad de Ciencias de la Salud y del
Servicio Universitario de Atención a la Salud, ha dirigido un escrito a toda la comunidad univeritaria, para concienciar de la importancia de hablar, atender y vigilar la salud mental y como desde las universidades se debe contribuir a la promoción de la salud y el bienestar emocional.
Hablar de salud mental, de la importancia de atender y vigilar la salud mental es cada vez más frecuente, al igual que personas “famosas”, y no tan famosas, den a conocer su experiencia con un problema de salud mental, que se organicen eventos o se hable del tema en los distintos medios. Expresiones del tipo la salud mental importa, la salud mental constituye una de las principales preocupaciones para la población, la salud mental influye plenamente en el bienestar general y la calidad de vida... se han convertido en cotidianas. Con ello se ha ido consiguiendo suavizar el miedo a hablar de nuestro estado mental y a pedir ayuda en caso de necesidad. Se ha producido un cambio actitudinal que se hace principalmente visible entre las nuevas generaciones, las cuales cada vez conceden más importancia a su salud mental y hablan de ello sin tabúes (1).
Sin salud mental no hay salud, gran verdad, pero, sin embargo, todavía queda mucho por hacer, y el día 10 de octubre nos recuerda que hay que seguir visibilizando una realidad que sigue estando presente. Oímos, leemos, escuchamos... La normalización de la salud mental en la sociedad ha avanzado, pero no nos damos cuenta de que esta normalización progresa con dos ritmos diferentes. Por un lado, los problemas de salud mental más prevalentes, como la ansiedad y la depresión, que son los que se han beneficiado de esta evolución actitudinal y social. Por otro, los llamados trastornos mentales graves y prolongados, que siguen asociados a estereotipos negativos, generando incomprensión y distancia emocional (1). O La salud mental es un derecho, y a la vez observamos que muchas personas no pueden acceder a los recursos de salud mental, incluso, en nuestra ciudad, en nuestro país. Durante y tras la pandemia se hablaba de la necesidad de ampliar la inversión en salud mental y casi cuatro años después seguimos sin contar con medios suficientes para poder atender de manera adecuada y suficiente la alta demanda de necesidades con las que nos encontramos, lo cual favorece que se perpetúe el estigma y la discriminación.
Atendiendo a esta realidad, este año 2023, el movimiento asociativo de SALUD MENTAL ESPAÑA eligió el lema Salud mental, salud mundial. Un derecho universal, representado por un cartel que muestra la diversidad de la población mundial y la fuerza que toda esa diversidad, unida, puede aportar a una mejor salud mental, accesible, universal, de calidad y que respete los derechos humanos.
Esta situación no es diferente en el contexto universitario. El estudiantado universitario no está exento del sufrimiento emocional. Un porcentaje importante de estudiantes de educación superior presentan problemas de salud mental, siendo los trastornos de ansiedad (la prevalencia de ansiedad moderada o grave es de aproximadamente uno de cada dos estudiantes), del estado de ánimo y de consumo de sustancias los más frecuentes. A esto hay que añadir el malestar psicosocial de jóvenes que, aunque no llegue a convertirse en trastorno mental puede perturbar altamente su vida, su salud y sus expectativas de futuro. No podemos olvidar que el suicidio constituye una de las principales causas de muerte entre los jóvenes, entre nuestros estudiantes.
El alumnado universitario presenta factores de riesgo predisponentes que interactúan con factores estresores ligados a la universidad como la carga y la exigencia académica, la situación económica, la interacción social con iguales y docentes e incluso experiencias traumáticas como el acoso. La conducta hostil en el contexto universitario desencadena conflictos en la convivencia que impiden el desarrollo académico y profesional de los estudiantes.
Según el estudio sobre “La salud mental en el estudiantado de las universidades españolas” las estudiantes de sexo femenino presentan de forma significativa un mayor porcentaje de síntomas depresivos, ansiedad e insomnio clínico o grave y un porcentaje menor de consumo de riesgo de alcohol, comparadas con los estudiantes de sexo masculino.
Los trastornos mentales en el estudiantado universitarios (más del 50% ha percibido la necesidad de apoyo psicológico por problemas de salud mental y más del 50% ha consultado alguna vez con algún profesional sanitario por un problema de salud mental) (2), tienen un impacto considerable en el rendimiento académico, son fuertes predictores de la deserción académica y de la menor inserción laboral.
Según Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) las universidades deben contar con servicios de prevención y orientación psicopedagógica y de fomento del bienestar en sus campus. El Artículo 43 recoge que: Las Universidades contarán con servicios de salud u acompañamiento psicológico y pedagógico y servicios de orientación profesional, dotados con recursos humanos y económicos suficientes (43.1). Las Universidades, en colaboración con las CCAA en las que se encuentren, ofrecerán servicios gratuitos dirigidos a la orientación psicopedagógica, de prevención y fomento del bienestar emocional de su comunidad universitaria y, en especial, del estudiantado, así como servicios de orientación profesional (43.5). Y el artículo 33e, en relación a su formación académica indica que el estudiantado tendrá derecho a las tutorías y al asesoramiento, a la orientación psicopedagógica y al cuidado de la salud mental y emocional, en los términos dispuestos por la normativa universitaria.
Ante esta normativa, podríamos decir con cierto optimismo que por fin las políticas educativas universitarias se están percatando de que la problemática de salud mental requiere de atención e intervención. Sin embargo, para lograr el objetivo y poder contar con servicios universitarios de atención a la salud de calidad, las universidades deben comprometerse e implicarse, posibilitando la creación de equipos estables que cuenten con profesionales especializados para desarrollar con éxito programas de prevención, promoción e intervención en salud mental, partiendo de las necesidades detectadas en la población universitaria.
La Universidad de Burgos puede sentirse orgullosa por haberse adelantado a lo establecido por la LOSU y contar con el Servicio de Atención a la Salud de la Universidad de Burgos, que inició sus pasos en uno de los momentos más duros de nuestra historia reciente: La pandemia por covid-19 y el confinamiento consecuente de la misma. Durante estos años desde el SUAS se han realizado muchas actuaciones, todas con el mismo objetivo, promover el bienestar y la salud en general, y la salud mental en particular, de los miembros de la comunidad universitaria, y en especial de los estudiantes.